Artículo escrito por Raquel Valle (España).
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Durante estos meses he pensado que perdía la partida de ajedrez, sin saber que yo ya la había ganado. El verde tenía que ser el color de esta edición. Un evento que, en un momento de oscuridad, pensé que no vería la luz. Verde esperanza.
Durante esta marea violeta, dejé encargadas dos acciones. La primera, que mi libro "Todo lo que no sé de mí" se publicase, quería que las personas conocieran mi novela, y por supuesto que no se repitiese. La segunda, que TEDx se celebrase aunque yo no estuviese presente. Comencé a atreverme a vivir, sabiendo que tras de mi corría en contra una cuenta atrás. Fue entonces cuando saqué del baúl el check list con todas las cosas que me quedaban por hacer, y me puse en marcha.
Hace unas semanas me miré al espejo tras lavarme la cara. Las ojeras y el victimismo habían desaparecido por el sumidero, al igual que el miedo. Mis ojos no miraban igual. Se desprendía una mirada fría que no movía una pestaña. Los acontecimientos ya no eran para tanto, después de haber reorganizado el organigrama, ahora la cabeza estaba por encima del corazón. Encontré el origen y raíces de mis inseguridades en aquellos días grises, en los que los niños me hacía bullyng en el colegio. "Fea, tetona, miss españa, nunca vas a llegar a nada... "Y así me convertí durante años en una mujer cabizbaja que se escondía entre un suéter de cuello alto y la música de sus auriculares. Soporté situaciones inadmisibles, tratos indeseables, hasta que el golpe que di sobre la mesa dejó con la boca abierta hasta al mismísimo Edward Munch. Decidí derribar las paredes de esa zona de confort, que no me dejaban ser yo. Empecé a crecer, como aquella serpiente a la que le amplían el terrario. Y así la oveja negra de la familia, se convirtió en la pantera negra. Mi lema se había convertido en un "Tigre no come a tigre". Ahora estamos en igualdad de condiciones.
El diálogo interno "esto no está hecho para mi" cambió por un diseño de Mado Vigarok atrevido, transparte y nada discreto. No quería seguir ocultándome entre mis complejos. Al llegar al escenario noté como se rompieron mis zapatos, pero no la confianza en mi misma. Me desprendí de ellos y salí a presentar mi sueño. Yo ya no tenía miedo. Al colocarme descalza sobre la tarima, observé las caras de asombro ante un Raquel diferente, ante una mujer que había dejado su pasado y su niña atrás. Acompañé a mis palabras de actos. Volví a hacer, lo que tenía que hacer.
Muchos encasillaron este acto como una muestra de empoderamiento. Entre lágrimas mis amigas me confesaban lo orgullosas que se sentían de verme segura, de verme mujer. Y es que realmente, si no hubiera dejado mi pasado donde correspondía, TEDxWomen no habría visto la luz. Ahora si me encuentro en sintonía con lo que digo, lo que hago, lo que pienso y lo que siento. Ahora soy una mujer libre, sin complejos. Una leona que sabe lo que quiere y hacia donde se dirige, y sobre todo que pase lo que pase, lo va a saber encajar con aplomo.
Por ahora, seguiré viviendo el presente como si fuese mi último día, dejando tras de mi con pequeñas acciones, un mundo mejor que el que encontré.